Cuando conocí a Ana y Carlos en la primera entrevista con ellos ,conectamos enseguida. Teníamos claro cómo debe ser un reportaje de boda, ante todo es muy recomendable hacer un reportaje previo a la boda.
Esto genera mucha complicidad y el día de la boda se nota y mucho. Los novios se sienten mucho más cómodos y despreocupados durante todo el tiempo que transcurre el evento. Así se lo recomendaron unos amigos y así lo hicieron. El resultado fue una sesión de fotos de preboda distendida y espontánea, mostrándose sin tapujos, tal como son.
Quisieron mostrarse en un lugar muy frecuentado por ellos desde el primer día, la dehesa de Navalcarbón, en las Rozas. Más adelante fuimos a su segunda casa: la escuela infantil que fundaron hace ya algún tiempo, para ellos es su vida, Ana ama especialmente su profesion. Qué mejor lugar para dejarse fotografiar que el espacio donde pasan más horas al día. donde nos despedimos hasta el día de la boda.